Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-04-12
Tipo:   Suplemento
Página(s):   4-5-6-7
Sección:   
Centimetraje:   29x88

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VIAJERO. Víctor Troncoso es experto conocedor de los Andes. Esta ruta la ha hecho varias veces.

AVENTURA. Este circuito debiera hacerse idealmente en 12 días. Aquí, una vista de los volcanes San Pedro y San Pablo, en el camino hacia Calama.

MITO. Restos de chullpas en Central Citani, donde habrían vivido los 'gentiles'.

Suriplaza. Ubicado 40 kilómetros al norte de Putre, este lugar destaca por sus cerros de colores.

HALLAZGO. En este cono volcánico sin nombre cerca de Ollagüe, Troncoso encontró restos de pircas y madera.

FE. Iglesia de Parajalla Vilacollo, una localidad del llamado 'Valle Rico', antes de llegar a Colchane.

El Ogro. Está roca aparece pasado la mina Collahuasi, viniendo desde el norte.
El Mercurio - Domingo
De Arica a San Pedro:
La gran ruta del Altiplano
El circuito que une Arica con San Pedro de Atacama por el Altiplano es, probablemente, una de las rutas escénicas más espectaculares de Chile. Un recorrido favorito entre pilotos de rally y experimentados viajeros que permite descubrir una serie de lugares de particular belleza que apenas figuran en los mapas turísticos. Sitios que hemos recorrido, y que ahora revisitamos con un experto.
El piloto de rally Carlo de Gavardo solía decir que esta ruta por el Altiplano era una de sus aventuras favoritas para hacer en Chile. Su justificación era entendible: se trata de una travesía larga —12 días, al menos—, que implica cruzar extensos paisajes desérticos y solitarios, un territorio soñado por los amantes de la exploración y los todoterrenos. 'No es una aventura extrema, pero para el que no la ha hecho antes, puede ser medianamente fuerte', dijo De Gavardo a esta misma revista en 2012. 'Es más para espíritus aventureros. En el norte tienes que ser autosuficiente'.

Ocho años después, esta misma ruta —que básicamente consiste en ir desde Arica hasta San Pedro de Atacama (o viceversa) por el Altiplano, bordeando varias veces la frontera con Bolivia— es la recomendación de otro viajero experto: Víctor Troncoso, montañista, fundador de la empresa Flecha Extrema, experto rescatista y también descubridor de varios restos arqueológicos en la cordillera de Santiago (como los que encontró en el cerro de Ramón, en 2004, que luego serían estudiados por los arqueólogos Claudia Cádiz y Rubén Stehberg).

Troncoso ha hecho varias veces esta ruta y, fiel a su estilo, ha vuelto a realizar hallazgos, como uno que hizo en un cerro ubicado entre las remotas localidades de Ollagüe y Ascotán. 'Se trata de un cono volcánico negro, con roca que brilla, visible hacia el poniente, pero que no tiene nombre, ninguna indicación ni aparece en los mapas', dice Troncoso. 'En 2018 fuimos hasta allá, desviándonos del camino durante dos kilómetros y subimos hasta su cumbre, a 3.850 metros de altura. Allí encontramos unas pircas y restos de madera. Busqué información y no hay nada sobre ese cerro. Creo que podría haber sido un lugar sagrado para los indígenas, sobre todo por la vista: parado arriba tienes una panorámica de frente al volcán Ollagüe'.

Para Troncoso, esta ruta por el Altiplano ofrece la posibilidad de realizar uno de los safaris fotográficos más espectaculares de Chile. 'Ves flamencos, tarucas o huemules del norte, todo tipo de camélidos, cóndores, águilas, vizcachas… Y todo en paisajes que son únicos, con salares, montañas de colores, y donde no anda prácticamente nadie, aparte de la poca gente que vive en estos pueblos. Además, es una auténtica aventura, donde todavía puedes descubrir lugares que son absolutamente desconocidos para la gran mayoría de los viajeros'.

Por cierto, una ruta favorita de viajeros como De Gavardo y Troncoso que, para que cualquiera pudiera hacerla realidad, convendría empezar a planificar ahora mismo en casa. Bastaría con conseguir un buen mapa rutero del norte de Chile, ubicar Arica como punto de partida y marcar alguno de los siguientes hitos del camino, que son los rincones menos conocidos y que podrían ir guiando el recorrido.

Suriplaza

Lo primero es ir desde Arica hacia Putre y, una vez allí, pasar al menos dos noches, para aclimatarse. Desde Putre, más allá de la clásica visita al lago Chungará o las lagunas Cotacotani, en el Parque Nacional Lauca, un lugar esencial a visitar es Suriplaza, que está unos 40 kilómetros hacia el norte, por el camino que va hacia un lugar llamado Colpita.

'Lugar de suris' (ñandúes del norte) en quechua, este punto en el mapa está a 4.600 metros de altura, rodeado por cumbres que superan los cinco mil. 'Está lleno de montañas de colores rojizos, ocre, blancos, algunas de las cuales se pueden subir. Hay llaretas en las partes bajas y muchas vicuñas y suris. En invierno también se pueden ver penitentes de hielo', dice Troncoso. 'El camino pasa por el medio y hay un letrero que lo indica. Es un lugar espectacular, pero no recomiendo acampar allí: cuando lo hemos hecho no hemos podido dormir nada en ese lugar. Aparte de altura, al parecer hay muchos minerales, un campo energético que te impide conciliar el sueño'.

Parinacota

En esta misma zona, pero un poco más al sur, puede que este pueblo le suene por su nombre, pero en general es muy poco visitado.

Parinacota merece detención por su iglesia del siglo XVII (las llaves puede pedírselas a alguna de las familias que viven allí), donde verá una mesa amarrada con una cuerda hecha con lana de alpaca y cuero. Esto tiene una explicación: una leyenda local dice que este mueble varias veces ha salido 'caminando' solo hasta la casa de alguien… que luego ha muerto.

'Desde Parinacota también hay una buena actividad: subir el cerro GuaneGuane, que está cerca. Es un ascenso sencillo y desde su cumbre se tiene una gran vista hacia los Payachatas (los cerros sagrados Parinacota y Pomerape) y también al Sajama, que está en Bolivia', agrega Troncoso.

En el pueblo mismo, si quiere quedarse allí, hay hostales como Uta Kala, de don Leo Terán (cel. +569 8895 3373), quien previo aviso puede preparar comida local, como filetes de alpaca con papas cocidas o la clásica calapurca o cazuela de llama.

Surire y Polloquere

Siguiendo hacia el sur, hay que continuar camino pasando por el poblado de Guallatiri, donde hay un control de Carabineros. 'Conviene irse informando con ellos sobre el estado del camino', advierte Troncoso. Lo mismo decía Carlo de Gavardo, por cierto, en esa antigua entrevista con revista Domingo.

El primer gran hito de este tramo es el salar de Surire, con su laguna altiplánica a 4.200 metros de altura, donde viven miles de flamencos y que conforma un paisaje de gran belleza: es el mismo que aparece en el reverso del billete de 20 mil pesos.

El segundo corresponde a las termas de Polloquere, probablemente las termas más salvajes del norte de Chile. 'Son pozones totalmente naturales, con agua que brota a más de 70 grados Celsius y que tienen mucho olor a azufre', dice Troncoso. 'Desde allí hay que tener ojo y devolverse hacia mano derecha para continuar. Si no, es posible que uno pase hacia lado boliviano, por pasos fronterizos no habilitados'.

Desvío a laguna Roja

Pasado Surire, este es un desvío a la ruta principal, que puede alargar bastante el viaje. Pero atención: los caminos no están bien señalizados y habrá que ir por quebradas y filos que solo son aptos para cruzarlos en un buen vehículo 4x4, manejado por un conductor que tenga experiencia y que conozca la ruta.

El desvío aparece a mano derecha, antes de llegar a Enquelga. La idea es bajar hasta el poblado de Nama, punto de acceso a la ya mítica laguna Roja, un ojo de agua que tiene ese color debido a una inusual concentración de minerales. 'El camino es una huella de montaña, con algunos cruces de río. Para los que les gusta jeepear, es una bajada fascinante', asegura Troncoso.

En Nama hay también una iglesia muy antigua y un pequeño museo donde se exhiben una momia y restos de cerámica encontradas en este lugar. También está el hostal de Palmenia Mamani (cel. +569 8968 9040). Ella además es guía y una entusiasta impulsora de los atractivos naturales prácticamente desconocidos de este rincón del norte.

Central Citani

Retomando la ruta hacia el sur, se entra a una zona conocida localmente como 'Valle Rico', porque se trata de un territorio de trigos no muy limpios: son caminos de contrabando, ya que en la práctica en este sector se puede cruzar la frontera por cualquier parte. La idea de este tramo es llegar a Colchane, para lo que se pasará por ínfimos poblados como Parajalla Vilacollo, Enquelga y el fotogénico Isluga, cuya iglesia es una de las grandes postales de todo el recorrido.

Pero quizás el lugar más curioso de todos es la localidad de Central Citani, un kilómetro antes de Colchane. Allí hay unas antiguas y derruidas construcciones de piedra conocidas como chullpas donde, según una leyenda local, habrían habitado los 'gentiles', pequeños seres que habrían vivido (insistimos: dice la leyenda) en esta zona antes de la llegada de los españoles, pero que luego del arribo de los europeos desaparecieron. 'Estos son sitios sagrados para las comunidades aymaras y no los muestran a los turistas, a menos que contactes a guías locales, como don Cruz Choque, cuya familia es de allí', dice Troncoso.

Piedra del Ogro

Advertimos que aquí hemos hecho un salto largo en la descripción. Desde Colchane, lo siguiente sería bajar hasta Huara por la Ruta Internacional CH-15, con la recomendación de pasar primero a otro lugar poco conocido: los géiseres de Puchuldiza, unas fumarolas naturales con aguas termales situadas en un campo geotérmico sobre 4.000 metros de altura.

Una vez en Huara, habría que subir nuevamente, pasando por Pozo Almonte y la Pampa del Tamarugal (donde están los muy recomendables Geoglifos de Pintados, un impresionante conjunto de dibujos en las laderas de los cerros, que aspira a convertirse en Patrimonio de la Unesco). Para dormir en esa zona, El Huarango es muy buena opción ecológica: es el único hotel de Chile cuyas cabañas están hechas con costras de sal (ElHuarango.cl).

Luego, se puede subir hasta Pica y, desde allí, avanzar por el camino interno hasta el Salar de Huasco, otro lugar de gran belleza y valor biológico.

Desde el salar hay que continuar hacia el sur por el camino hacia la mina Collahuasi. Pasada la faena minera y el control de Carabineros, otra detención curiosa: la Piedra del Ogro. 'Está a mano izquierda del camino, cinco kilómetros después del control. Una roca gigante redonda, muy visible, que parece la cabeza de un ogro', grafica Troncoso.

Puquios y Ollagüe

Cuando uno deja atrás la Piedra del Ogro, se entra a la quebrada de Puquios. 'Por aquí también hay pasos fronterizos ilegales, así que se ven hartos militares en la zona', dice Troncoso. 'Esta quebrada es profunda y regala vistas panorámicas. También hay un cementerio abandonado, cuya particularidad es que los muertos están enterrados sobre la superficie, tapados con piedras y una cruz de madera, porque el suelo es de lava, demasiado duro para ser excavado'.

Tras la quebrada ya se llega hasta el pueblo de Ollagüe, donde hay varios hostales y vestigios de trenes y estaciones abandonados, que alguna vez pasaron por aquí. También destaca una gran escultura de un cóndor, hecha por un artista local, y un gimnasio con forma de quirquincho. 'El salar de Ollagüe no es tan llamativo, pero el volcán sí: está activo y se ve su fumarola. De hecho, suele haber pequeños temblores en este pueblo, pero la gente ya está acostumbrada', dice Troncoso.

Pasado Ollagüe, antes de llegar a Ascotán, aparece el cono volcánico negro mencionado al principio de este artículo, donde se encontraron restos indígenas en su cumbre. En esta zona tan poco visitada, la posibilidad de hacer hallazgos como estos no es poca. No se le ocurra tocarlos, moverlos ni mucho menos llevárselos.

Volcán Poruña y Lasana

En la última parte de este recorrido ya se comienza a entrar en territorio más conocido, pero todavía quedan algunas sorpresas. Bajando hacia Calama desde el sector de Ascotán, la presencia de los volcanes San Pedro y San Pablo se hace evidente. Entre ellos se encuentra otro cerro muy particular y visible desde la carretera: el volcán Poruña, considerado uno de los más pequeños del mundo, pues tiene aproximadamente 150 metros de altura. Se puede subir fácilmente en una hora de caminata.

Finalmente, antes de llegar a Calama y proseguir hacia el famosísimo San Pedro de Atacama, dos escalas recomendadas. Una es el pucará de Lasana, una antigua construcción incaica que cuenta con un museo de sitio. 'El lugar además está lleno de petroglifos, algunos de los cuales parecen casi alienígenas, con formas humanas de cabezas y dedos alargados. Vale la pena la visita', dice Troncoso.

El otro sitio es una última curiosidad. Está pasado el pueblo de Chiu Chiu —donde está la que se considera una de las iglesias más antiguas de Chile: data de 1540— y la mina Radomiro Tomic. Se trata del que quizás sea el cementerio de mascotas más grande del país. 'Está a orillas del camino, antes de llegar a Calama. Hay cientos de sepulturas y lápidas con los nombres de las mascotas y todo tipo de epitafios y peluches que la gente ha ido dejando allí. Hay hasta calles que recorren las tumbas. Es un lugar llamativo, por decir lo menos', dice Troncoso.

Recuadro
Consejos

Época. Es preferible no hacer esta ruta durante el llamado 'invierno altiplánico', que tiende a ocurrir entre enero y marzo, pues las lluvias suelen cortar los caminos y puede ser peligroso.

Combustible. Carlo de Gavardo recomendaba hacer este viaje en un 4x4 a diésel, pues así no se corría el riesgo de que se produjera una posible explosión por el combustible que debe llevarse obligatoriamente en bidones, ya que solo en algunos puntos hay abastecimiento. Víctor Troncoso agrega que hay que partir con estanque lleno en Arica y llevar 4 bidones de 20 litros hasta Huara. Luego abastecerse de lo mismo ahí y continuar.

Guías. Como no es una ruta señalizada, para mayor seguridad conviene hacer este viaje en forma guiada. La empresa Flecha Extrema organiza este recorrido. Más información, FlechaExtrema.cl
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Por Sebastián Montalva Wainer. Fotos: Claudio Magallanes.-