La historia del turismo masivo, como lo conocíamos hasta ahora, no es demasiado larga. Pablo Szmulewicz, director del Instituto de Turismo y del Magister en Turismo de la Universidad Austral de Chile, indicó que "la abundancia de viajes hacia otros países comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. Antes, los viajes se limitaban a la elite, además los medios de transporte imponían muchas limitaciones". Aseguró que en esta corta historia ya habían existido algunas crisis, especialmente relacionadas con guerras, conflictos políticos internos o enfermedades localizadas. Sin embargo, explicó que la situación actual se diferencia por su carácter global y porque ha obligado a tomar medidas extremadamente drásticas, como la cuarentena. "La conjunción de esos dos factores hace que esta crisis tenga una connotación diferente. Además, para el caso de Chile, se agrega la crisis socio política que se venía desarrollando desde mediados de octubre del año pasado", dijo.

Por lo mismo, explicó que "la gravedad de esta crisis dependerá de la extensión que tenga el tiempo de inmovilidad. Es importante que esta inmovilidad se mantenga el menor tiempo posible que sea compatible con garantizar la seguridad sanitaria mínima. Mientras más se extienda la inamovilidad total, más grave será la crisis económica y uno de los sectores más afectados será el turismo".

-Según un informe del Observatorio Laboral de Los Ríos, el 19 por ciento de los ocupados en la región trabajaban en el comercio, hoteles y restaurantes ¿Qué impacto puede tener para la economía regional una crisis en el turismo?

-Tendrá un impacto tremendo. Hay un empleo directo que seguramente llega a una cifra cercana al 20 por ciento, pero hay un impacto indirecto sobre la economía regional que es mucho mayor, no solo en términos de empleo, sino que de emprendimiento. Hay muchas familias que tienen a la actividad turística como uno de sus ingresos, si no principal, a lo menos complementario. Esto tendrá un impacto grave en la medida de que permanezca en el tiempo, se eso depende la gravedad. Si la inactividad de las empresas turísticas se mantiene más allá de dos o tres meses la situación de las personas empleadas y de las familias con emprendimientos o negocios turísticos se hará más difícil y si se extiende más, será irrecuperable. Los datos mundiales, que deben ser muy similares a los de Chile, indican que la hotelería ha descendido en alrededor de un 70 a 80 por ciento.

-¿Qué pueden hacer los empresarios del turismo en estos momentos?

- Lo que uno puede ver son las experiencias que se están desarrollando en otras partes del mundo. Primero, colaborar para que desde el punto de vista sanitario y económico la situación tienda a recuperarse. Para eso la empresa deben dar las mayores seguridades posibles sobre los cuidados que tendrán con los manejos de sus establecimientos. En los hoteles y restaurantes están buscando alternativas, eso significará tomar medidas arquitectónicas, de diseño, manejo de alimentos y trato entre clientes y personal. Segundo, los establecimientos que puedan deben brindar servicios a distancia. ¿Y por qué no pensar en la venta en verde, como la de la industria inmobiliaria? Se podría motivar a través de descuentos la venta de una estancia futura en la Cuenca del Lago Ranco o Panguipulli, por ejemplo. De esa manera se puede solucionar la falta de ingresos que tienen hoy las empresas turísticas. También se debe recurrir a todas las ayudas públicas y al apoyo profesional. Por último, se debe buscar que los destinos, en forma organizada y a través de mesas público-privadas, velen por la recuperación. En este momento la asociatividad será clave.

-¿Qué lecciones puede sacar el rubro de esta situación?

-Esta situación representará una oportunidad para hacer una reingeniería de los destinos turísticos. Las empresas turísticas, asociadas con el sector público y la academia, podemos presentar una forma de turismo diferente, más responsable y sustentable, donde los turistas se hagan cargo de los impactos que generan en los destinos. También de hacer una contribución a los lugares que visitan. Hay que repensar el modelo que hemos seguido hasta ahora, porque ha habido una rebelión bastante fuerte contra, por ejemplo, el turismo de segundas residencias.