Home

Nación

Artículo

Brandon Cely | Foto: Gabriela Alvarado

NACIÓN

La historia del suicidio de Brandon Cely, el soldado que nunca pudo ser médico

Desde que terminó el colegio, el joven bogotano buscó un mejor futuro para él y sus tres hermanos que no han encontrado la forma de acceder a la educación superior. En una sentida ceremonia, este martes se llevaron a cabo sus exequias en el sur de Bogotá.

26 de noviembre de 2019

Brandon Cely Páez era un líder innato. Le brotaban las ideas, congregaba con su carisma y defendía con capa y espada sus derechos y los de los demás. El sábado, sin embargo, el joven de 21 años que prestaba servicio en el Batallón de Artillería No. 13, tiró la toalla. Se llenó de desesperanza persiguiendo un sueño. Todas las puertas se le cerraron cuando perseguía la ilusión de estudiar medicina.

Funeral de Brandon Cely en el Cementerio el Apogeo. Foto: Gabriela Alvarado / SEMANA

Desde que se graduó en 2015 tenía un horizonte claro: quería ser médico. Y tenía madera para serlo. "Siempre fue el de las mejores calificaciones y el de los primeros puestos", cuenta María Luisa, una de sus tías. Quienes lo conocieron de cerca, lo describen por su sencillez y la energía que transmitía.  

Para las hermanas de su mamá, es indispensable asegurar el futuro de sus tres hermanos, a quienes les han negado en dos oportunidades el acceso al Sena.

El talante lo mostró ese año que le entregaron el cartón del Colegio Ciudad Latina de Soacha y consiguió quedarse con el título de personero de la institución. Brandon estaba convencido de que estaba hecho para cosas grandes y no había qué se lo impidiera. Ni siquiera las dificultades de haber crecido en el seno de una familia que no contaba con el apoyo de su padre. 

Con el título en mano, empezó a trabajar con una de sus tías aprovechando el conocimiento que había adquirido como técnico en sistemas. "El veía por su mamá y sus tres hermanos", cuenta otra de sus siete tías, que llegaron hasta la capilla del parque Cementerio Jardines del Apogeo, por la Autopista Sur de Bogotá, donde este martes a las 2:30 de la tarde se llevaron a cabo sus exequias. 

"Él no tenía ganas de morirse", dice otra de ellas. "Pero él no dio la vida por darla", replican ambas al borde del llanto. Brandon fue un muchacho que trasmitía vida y que con el tiempo, se convirtió en el motor que mantenía intacta la esperanza de salir adelante en la familia. No contó con la suerte con la que nacieron muchos, pero estaba dispuesto a buscarla o, si era el caso, labrarse él mismo a mano el camino. 

El trabajo lo alternó con sus estudios en la Escuela de Salud San Pedro Claver, de donde se graduó hace dos años. Las becas o los créditos que tanto buscó, nunca se los dieron. Y, al final, cuenta uno de sus primos, decidió quedarse con la opción más cercana: estudiar enfermería. Su estrategia era bordear el conocimiento de la carrera que quería, hasta convertirse en lo que alguna vez soñó, ser médico. 

Cuando terminó sus estudios a finales de 2017, llegó con la noticia de que "anhelaba servirle a la patria". Aunque a su familia la idea no le sonó y le insistieron en que "no era necesario", él se resistió y se fue a prestar servicio militar. Adentro, cargaba la insignia de auxiliar de enfermería. Su sueño, continuaba intacto. Incluso, un teniente lo terminó de llenar de valor para que organizara todos sus papeles e hiciera la carrera militar. 

Funeral de Brandon Cely en el Cementerio el Apogeo. Foto: Gabriela Alvarado / SEMANA

La ilusión se esfumó, cuando le dijeron que tenía que entregar una carpeta y que en el papeleo se iban unos 13 millones de pesos. ¿De dónde?, cuestiona su tía. "Mi hermana trabaja como vendedora ambulante en el centro. Por más de que trató que la alcaldía le diera una caseta, no fue posible. Ella vive con la presión de la policía que la sigue, la persigue, le rompe la chaza o hasta le quitan la mercancía", agrega. 

Sacar adelante la carrera de medicina a través de un curso de oficial o suboficial, fue el plan inicial de Brandon. El lío era que no había cómo financiarlo. Sus hermanos están terminando el colegio, de su papá no sabía nada y lo poco que conseguía su mamá, apenas suplía las necesidades del diario vivir y los 450.000 pesos que necesitan para pagar el arriendo. "Desearía haber aprendido cómo salvarle la vida a un paciente en paro que limpiar un arma", fue uno de los últimos mensajes que dejó el joven soldado, en su cuenta de Facebook, antes de quitarse la vida. 

La ilusión se esfumó, cuando le dijeron que tenía que entregar una carpeta y que en el papeleo se iban unos 13 millones de pesos. ¿De dónde?, cuestiona su tía.

Para compartir su mensaje, publicó una fotografía suya donde se le ve con el uniforme militar camuflado de pies a cabeza, sentado en el borde de una banca, con las partes del fusil en frente, mientras limpia parte por parte. Renglón seguido, tagueó cinco hashtag que se usan para darle más eco a la noticia: #FaltaDeOportunidades, #NoMásGuerra, #PorUnaEducaciónDigna, #PorElBienestarDelAdultoMayor #YoApoyoElParo. 

Su familia no era ajena a lo que estaba pasando, él llevaba semanas sintiéndose mal. Era, sin embargo, más bien poco o nada lo que podían hacer. "Mijo, ya aguantó lo más espere lo menos. Son solo dos meses los que le faltan", cuenta María Luisa que le dijo su mamá el viernes que lo llamó. Estaba devastado y llevaba semanas inconsolable. Desde hace días venía investigando qué camino le quedaba porque no aguantaba un minuto más. La respuesta, según cuenta su familia, la encontró cuando se puso a investigar y se dio cuenta de que por desertar debía pagar de dos hasta tres años. Y, ese dolor, no se lo quería dar ni a su mamá ni a sus hermanos. Más cuando él necesitaba estar libre para trabajar y ayudarlos. 

Sobre las causas que lo llevaron al suicido, su familia prefiere no hablar. La única pista que Brandon dejó, quedó consignada en los tres minutos de video que grabó anticipando la noticia. "Aquí ha habido muchas injusticias con nosotros (...) hoy un cuadro señaló que yo era de izquierda extremista, siendo él de derecha extrema. Entonces me señalaron a mí como un disociador. Para salvaguardar mi bienestar, salí de la base lo que acarrea en la Justicia Penal Militar de dos a tres años de cárcel por delito de deserción. No me han dejado más opción", manifestó el joven al inicio del video. Llevaba dos meses en la base del Limoncito, hasta donde había sido trasladado. 

Para las hermanas de su mamá, es indispensable asegurar el futuro de sus tres hermanos. De alguna forma, ellas creen que visibilizando su historia y por lo que estaba pasando,  el joven de 21 años, que se suicidó el sábado pasado, trató de asegurarles el futuro a sus seres queridos. A pesar de que uno de los dos que ya se graduaron ha tratado de estudiar en el Sena, nada que consigue un cupo. Al otro, mientras tanto, le pidieron que pensara en otra opción porque la idea de irse a la Marina, después de esto, la familia no la ve conveniente. Y su hermana, la menor, que se gradúa el otro año, espera que se cumpla el anhelo de estudiar psicología. 

"Le voy a decir algo directamente así me digan aprovechada o lo que sea. En este momento, no solo queremos los lamentos sino que necesitamos una oportunidad: tres cupos para estos tres niños y jóvenes. La mamá es una mujer sola. Ayúdenlos a ellos a estudiar. No estamos pidiendo nada para nosotros como primos o hermano. No queremos plata. Queremos es una oportunidad. Que una universidad diga: ahí están los cupos de esos tres jóvenes. Ese es el apoyo, para que salgan adelante", aseguró María Luisa, tajantemente.

Lo hacen, en parte, porque se fue el líder, el motor de los tres hermanos. Pese al dolor por el que pasa la familia, están convencidos de que no quieren que se prolongue la violencia que se agita con las marchas. No quieren que Brandon sea motivo de más muertes. Por eso fue que en medio de las exequias, cuando una mujer gritó: ¡maldito Estado!, la familia alzó la voz y María Luisa respondió a los cuatro vientos que no tenía permiso para hablar. En seguida la recriminó y le pidió que si no acataba, mejor se fuera. 

Hasta el Cementerio El Apogeo llegaron este martes a despedir a Brandon: la mamá, los hermanos, los primos, amigos y los miembros del Batallón de Artillería No. 13. Los honores que le rindió el comandante del Ejército a su mamá cuando le pasó la bandera, contrastaron durante la ceremonia con el parrandón vallenato que le tenía preparada la familia donde lo dejarían descansar por última vez. "La música era su hobby, le gustaba mucho y era buen bailarín", cuentan sus compañeras del colegio. 

El dolor que los embarga, por estos días, no encuentra consuelo. A la familia solo los alienta la ilusión de que en medio de la tragedia, sus tres hermanos puedan asegurarse un futuro más próspero y sin tantos obstáculos como por los que transitó Brandon. 

Foto: Gabriela Alvarado / SEMANA