Un día de mayo, casi dos meses después que la industria de los cruceros suspendió las operaciones debido a la pandemia, Chris Richardson se encontraba en un muelle en una isla privada en las Bahamas a la espera de abordar su tercer barco de crucero en seis días.

Richardson, patinador en hielo canadiense, había estado actuando en el gigantesco crucero 'Liberty of the Seas' cuando atacó el covid-19 a fines de marzo. Desde entonces, su empleador, Royal Caribbean Cruises Ltd., había estado transfiriendo a miles de tripulantes inactivos de un barco a otro en lo que parecía un intento interminable de llevarlos a casa.

Mientras pasaba a su lado una multitud de navegantes a la espera de abordar los barcos, él vio a muchos sin mascarilla. 'No teníamos idea si alguien estaba infectado con covid-19', contó.

La pandemia de coronavirus afectó a la industria de cruceros en forma temprana y dura. Los brotes atacaron a cientos de pasajeros en docenas de barcos, lo que provocó un caótico esfuerzo de semanas para desembarcar a estos clientes que pagaron y enviarlos a sus países de origen. Para más de 125 mil tripulantes, no obstante, ese fue solo el comienzo.

Mucho tiempo después que los pasajeros se fueron y la historia de los cruceros había desaparecido de los titulares, miles de empleados todavía estaban varados en las naves, lejos de sus hogares en India, Indonesia, Filipinas y otras naciones lejanas, y principalmente impedidos de abordar jets comerciales para regresar a casa.

De un lado a otro

Las compañías de cruceros decidieron dividir a la mayoría de sus empleados por país de origen, reagruparlos en sus propios barcos y enviarlos a casa. El resultado fue un movimiento desordenado de un lado a otro de trabajadores entre las naves que aumentó su riesgo de exposición al virus.

En entrevistas, miembros de tripulaciones y autoridades en 13 países describieron condiciones peligrosas para los empleados en los barcos que pertenecen a las líneas de cruceros más grandes del mundo. Algunas naves permitieron que los empleados se reunieran en restaurantes y bares, se sirvieran ellos mismos en las filas del bufé y realizaran fiestas, contaron algunos tripulantes. Incluso barcos con brotes de covid-19 a menudo no aplicaron las precauciones básicas como el distanciamiento social, comentaron.

La logística de repatriar a los tripulantes a más de cien naciones fue una pesadilla para las compañías, entre estas Royal Caribbean, Carnival Corp. y Norwegian Cruise Line Holdings Ltd. Algunas naciones habían cerrado sus fronteras mientras que otras permitían solo un acceso limitado según normas que cambiaban frecuentemente. Miles aún no han llegado a casa, informaron autoridades costeras.

Los empleados en 100 de 106 cruceros y de los cuales tenían datos los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. sufrieron infecciones de covid-19 o 'una enfermedad similar al covid' entre el 1 de marzo y el 23 de junio; de ellos, 638 dieron positivo para el virus y 1.408 tuvieron un mal similar que no fue verificado mediante exámenes, de acuerdo a los datos de los CDC.

Al menos 23 con el virus murieron después que los cruceros suspendieron los viajes comerciales, de acuerdo a los datos de los CDC, de otras autoridades de salud pública y compañías de cruceros. Las estadísticas no incluyen algunos brotes importantes en barcos fuera de EE.UU.

Lo mejor posible

Los tres barcos a los que Richardson, el patinador, fue asignado tuvieron casos confirmados de covid-19 o una 'enfermedad similar al covid', de acuerdo a los CDC. 'Como miembros de la tripulación, merecíamos que protegieran nuestra salud y seguridad', manifestó. 'Eso no sucedió', se quejó.

Rob Zeiger, director global de comunicaciones de Royal Caribbean, señaló que la compañía distribuyó mascarillas y fomentó su uso.

Funcionarios de la línea de cruceros dijeron que la industria estaba respondiendo lo mejor que podía a una pandemia que aún no se entendía por completo. Y agregaron que esperaban controlar la propagación mediante la limpieza rigurosa de las superficies, la distribución de mascarillas y desinfectante de manos, la verificación de temperaturas y el traslado de los empleados a los camarotes que normalmente ocupaban los pasajeros.

'Hicimos nuestro máximo esfuerzo para no quedarnos atrás de la mejor orientación médica', expresó Zeiger. 'Trabajamos realmente duro para seguir cada consejo que obtuvimos y asegurarnos de que todos estuvieran sanos'.

En algunos casos, los tripulantes quedaron atrapados entre las compañías de cruceros que trataban de enviar a los empleados a casa y las autoridades públicas en EE.UU. y otras partes que intentaban tanto proteger a los tripulantes como evitar que infectaran a las personas en tierra.

Algunas líneas, como Carnival y Royal Caribbean, se mostraron reacias a enviar a los trabajadores a casa demasiado pronto, y su explicación era que esperaban que pudieran volver a navegar para el verano (en el Hemisferio Norte). Los CDC, entidad que tiene autoridad en cuanto a temas de salud en los barcos en aguas estadounidenses, hace poco anunciaron que no se permitiría que los cruceros navegaran en esas aguas al menos hasta el 1 de octubre. Una mayoría de compañías ha pospuesto los cruceros hasta después del 31 de octubre.

El Dr. Martin Cetron, director del programa de migración y cuarentena global de CDC, señaló que la entidad está decidida a poner 'una vara alta a la habilidad de la industria de cruceros para detectar y responder al covid-19 en el mar'.

A fines de marzo, semanas después de los primeros brotes en los cruceros y con algunos pasajeros todavía a bordo, el contraalmirante de Guardacostas Eric Jones ordenó a las naves que reforzaran las instalaciones médicas a bordo y que no se quedaran justo afuera de las aguas territoriales estadounidenses cerca de Florida. Pidió a las compañías que buscaran ayuda médica en los países donde sus barcos estaban registrados, como las Bahamas, antes de buscar asistencia médica en EE.UU.

Varios barcos se alejaron de EE.UU., y optaron por enviar a casa en avión a algunos trabajadores desde aeropuertos en otros países o agrupar a la tripulación en barcos con destino a puertos que aún estuvieran abiertos para ellos, o que pronto lo pudieran estar. Muchos miembros de tripulaciones dijeron que las precauciones sanitarias eran relajadas.

Fiesta de zarpe

Después que el barco 'Ruby Princess' de Carnival desembarcó a los pasajeros, algunos con síntomas de covid-19, en Sídney, Australia, a mediados de marzo, los empleados asistieron a una fiesta de 'zarpe' en una cubierta superior, donde había música y entretención, de acuerdo a empleados y video del incidente.

Byron Sodani, instructor de acondicionamiento físico en el 'Ruby Princess', contó que los oficiales del barco se negaron a responder sus preguntas sobre la cantidad de miembros de la tripulación que resultaron positivos o que se habían enfermado gravemente, aun cuando los empleados vieron que a algunos compañeros enfermos los sacaron en botes. Sodani dijo que el jefe de operaciones de hotel de la nave a menudo terminaba sus anuncios diarios con la frase: 'Después de la lluvia siempre sale el sol'.

'Estábamos en peligro y no nos dijeron nada', manifestó Sodani, quien volvió a casa en Italia a fines de abril después de estar confinado en el barco por cerca de cinco semanas.

Para entonces, más de 200 empleados del 'Ruby Princess' se habían infectado con covid-19, y las autoridades australianas documentaron casi mil casos en tierra que tenían conexión con pasajeros del barco. Al hacer la trazabilidad, al menos 28 muertes correspondieron al barco.

Roger Frizzell, vocero de Carnival, aseguró que la compañía tuvo una comunicación regular y transparente con la tripulación sobre las condiciones sanitarias en el barco.

En el limbo

José Cardozo, bartender en el 'Monarch', un barco que es operado por Pullmantur Cruises en España, contó que había estado en el limbo durante tres meses. En marzo dejaron de pagarle, por lo tanto su familia en India tenía problemas para pagar las cuentas. Cardozo dijo que normalmente enviaba a casa todo excepto US$ 50 de su salario de US$ 1.000 mensuales, y que su esposa casi se había quedado sin dinero.

Su penosa experiencia empezó en abril cuando murió un compañero con covid-19. El barco atracó en Panamá por dos meses, mientras la mayoría de los tripulantes siguió confinada en sus camarotes, agregó. A fines de mayo, el barco zarpó a Barbados, donde Cardozo fue transferido primero a un barco, luego a otro de Royal Caribbean, propietario en parte de Pullmantur. Contó que tres veces le dijeron que hiciera sus maletas para volar a casa, solo para terminar desilusionado. Finalmente, llegó a casa a principios de julio.

Puesto que las compañías de cruceros han dado señales de que pronto podrían volver a navegar en aguas europeas, los CDC hace poco dieron a conocer un nuevo sistema para que las naves operen en aguas estadounidenses. Cada barco tiene una clasificación codificada por colores —rojo, amarillo o verde— que indica su estatus de coronavirus. Solo los que obtienen una clasificación verde pueden enviar a sus empleados en vuelos comerciales.

Un requisito para una clasificación verde: las líneas tienen que demostrar que un barco no ha tenido un caso de covid-19 a bordo al menos por 28 días. La entidad de salud señaló que según lo que sabe solo 20 de los 49 barcos que planean operar en aguas estadounidenses han estado haciendo exámenes a su tripulación.

El 10 de agosto, las autoridades pertinentes en EE.UU. habían dado una clasificación verde a 18 barcos; 15 de Royal Caribbean, dos de Disney, y uno de Bahamas Paradise Cruise Line.

A principios de este mes, las líneas de cruceros europeas tenían docenas de infecciones de covid-19 entre los miembros de la tripulación, lo que ha complicado los esfuerzos por reanudar los viajes.

—Lisa Schwartz colaboró con este artículo.