Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-10-25
Tipo:   Suplemento
Página(s):   4-5
Sección:   Suplemento
Centimetraje:   26x42

Pie de Imagen
- Campestre. Ocoa está lleno de este tipo de caminos que atraviesan campos de hortalizas. Las recientes lluvias volvieron todo un poco más verde.

- Chacrilla. Este embalse se inauguró en 2018. Está en la zona de Los Patos, Putaendo, por donde cruzó el Ejército Libertador en 1817.

- Calle comercio. El centro histórico de Putaendo fue declarado Zona Típica en 2002.

- De época. Cristián Villegas, creador de la experiencia de Cochera Lo Abarca.

- Lo Zárate. La Escuela Sustentable se construyó este año.

- Local. El pintor Rául Pizarro, en su hostal de Putaendo.

- Paisajistas. Miguel Ángel Morales padre e hijo, de Universo Arte Ocoa.

- Alfarera. Claudia Álvarez elabora piezas de greda y tejidos en La Rudilla.

- Quesos. El campo de la señora Mila en Putaendo, con el cerro Orolonco de fondo.

- Ecológicos. Gloria Murcia y Juan Francisco Melo, de Casa Ocoa.

- Palmar de Ocoa. En este sector de La Campana está la mayor concentración de palma chilena.

- Dormir. El valle de Ocoa todavía tiene pocos alojamientos. Los Domos de Ocoa son una de las alternativas.
El Mercurio - Domingo
Putaendo, Ocoa y Cartagena:
Tres valles para volver a lo rural
A poco más de una hora en auto de Santiago, estos tres valles rurales asoman como una alternativa frente a los clásicos y saturados destinos del litoral central, gracias a novedosos proyectos que permiten experimentar la auténtica vida de campo.
Cuando era niño, a veces llovía varios días sin parar', recuerda el pintor Raúl Pizarro, 78 años, mientras camina entre los rosedales de su casa en Putaendo una soleada mañana de octubre. Su hogar y taller es un buen ejemplo de las antiguas construcciones de fachadas coloridas, techos de tejuela y amplios patios interiores que todavía sobreviven en este pueblo de la Región de Valparaíso declarado Zona Típica.

Para nosotros, este es el comienzo de un viaje en auto de tres días que nos llevará por algunos de los valles interiores menos conocidos de la zona central. Un recorrido que hoy asoma como una atractiva alternativa frente a las clásicas playas del litoral, casi siempre saturadas de gente, y que permite descubrir lugares campestres y naturales que tenemos al lado de la capital, pero que solemos pasar por alto.

La idea es conocer experiencias de 'turismo rural', una forma de viajar cuyo crecimiento se explica en buena medida por lo que contaba esta mañana el pintor putaendino Raúl Pizarro.

La sequía que ha afectado a todos estos valles en los últimos años ha vuelto cada vez más difícil y menos rentable actividades como la agricultura y la ganadería, por lo que muchas personas que siempre vivieron del campo —y otras que han escapado de las ciudades en busca de un nuevo estilo de vida— hoy ven en el turismo una nueva posibilidad de desarrollo que, además, tiene una ventaja: si se hace bien, podría durar para siempre.

Raúl Pizarro tiene un pequeño alojamiento en el pueblo llamado Hostal del Pintor, que funciona en una antigua casona de mediados de 1800 que ha resistido varios terremotos, y que ha tenido huéspedes ilustres como Carlo de Gavardo, quien solía venir a Putaendo para andar en moto por los cerros aledaños (una actividad muy cuestionada por el daño que provoca, pero que se ha realizado por años). 'Es poca la gente que se queda en Putaendo', dice Pizarro. 'Lo que más recibo es gente que viene por algún matrimonio, o trabajadores de alguna obra. Solo a veces llegan turistas. Tuve a unos canadienses una vez. Se fueron felices'.

En tiempos de distanciamiento físico, sitios alejados de los circuitos clásicos como Putaendo, o como Ocoa y Cartagena —los otros dos valles que recorreremos en este viaje—, son ideales. Tres destinos en sí mismos, a no más de una hora y media en auto de Santiago, que —hay que decirlo— ya están preparados para reactivar el turismo, siguiendo los protocolos que exigen las autoridades. De hecho, todos están en Fase 3 y han tenido muy pocos contagios. Las ventajas de vivir en el campo.

El primer pueblo libre

De entrada, Putaendo anuncia un eslogan llamativo: 'El primer pueblo libre de Chile'. No de coronavirus, sino del yugo realista. Ocurre que esta fue la primera localidad a la que llegó el Ejército Libertador en 1817: el grueso de las tropas lideradas por San Martín y O'Higgins cruzó los Andes por el Paso Los Patos, que comienza a 22 kilómetros de Putaendo, y tuvo su primer triunfo contra los españoles en el sector de Achupalla, que está un poco más abajo, junto al río.

Hace dos años, con el objetivo de realzar el carácter patrimonial de Putaendo, la municipalidad levantó un monumento que recuerda esa batalla precisamente en este sector, en el cual destaca una estatua de Justo Estay, el experimentado arriero chileno que condujo a San Martín a través de las montañas. 'De alguna forma, nosotros somos los descendientes de Justo Estay', dice Miguel Arancibia, uno de los integrantes de la Agrupación de Arrieros de Putaendo con los que recorremos parte de esa ruta. De las diversas cabalgatas que se pueden hacer en Putaendo, esta es una buena alternativa de medio día: se puede subir por allí hasta al Embalse Chacrilla, que se inauguró en 2018 y que al menos da luces de esperanza: si en el pueblo mismo de Putaendo no se ve agua en el río, en el sector de Los Patos todavía está corriendo (más abajo se canaliza de forma subterránea); y luego se llega a una arboleda de quillayes, que está a orillas del río —perfecta para descansar a la sombra— y donde se puede compartir un té con una clásica picada de charqui juntos a los arrieros.

Este paseo, que debe hacerse con guías locales, pues es un sector de acceso privado, sirve para darse cuenta de que Putaendo es mucho más que su plaza y la emblemática calle Comercio, donde están sus hermosas casonas coloniales, que sugerimos recorrer y fotografiar al atardecer, cuando no hace tanto calor. El pueblo, de hecho, está rodeado de cerros donde hacer trekking: el más emblemático es el Orolonco, cuya cima, a 2.333 metros de altura, se alcanza tras unas 5 horas de caminata y regala una vista espectacular de todo el valle de Putaendo.

El Orolonco se ve lindo desde el sector de Rinconada de Silva, donde la señora 'Mila' Quintanilla y su familia producen muy buenos quesos de cabra y otros productos derivados (incluso yogur; también tienen waffles), y reciben visitantes que quieran conocer todo el proceso, previa coordinación.

Pero también en Putaendo hay sitios para pasar la tarde tranquilamente bajo las árboles, sin más esfuerzo que el que implica llevarse un tenedor a la boca. El Campo Los Nogales, reconocido centro de eventos a cinco minutos del centro, comenzó a funcionar como restaurante de cocina chilena, con reserva. Hay parrilladas y platos como pastel de choclo y cerdo con puré rústico, todo en un espacio abierto, con mesas separadas y donde todavía se siguen cultivando nueces y otras verduras y frutas. Es el campo al estilo Putaendo.

Ocoa, la joya natural de La Campana

Se puede ir desde Putaendo hasta el valle de Ocoa, por supuesto, pero lo usual es ir directo desde Santiago, tomando la 5 Norte y saliendo en el desvío correspondiente. En poco más de una hora debiera estar en esta pequeña localidad de la comuna de Hijuelas que, de verdad, es un pequeño diamante en bruto.

Todo el que va al Parque Nacional La Campana lo hace por Olmué y es entendible: allí hay una gran oferta hotelera y de servicios. Pero el parque también tiene acceso por el sector de Ocoa —donde está la mayor concentración de palmas chilenas—, que es mucho menos concurrido (al cierre de esta edición este acceso estaba cerrado: solo se permiten visitas de martes a viernes, y por Olmué). La gracia es justamente esa: en el valle de Ocoa no se ven muchedumbres, casi no andan autos y todo es muy, pero muy campestre. Con pequeñas calles y callejones que doblan de pronto, sin letreros (el uso de Waze o Google Maps aquí es vital), y que atraviesan hermosos campos abiertos de lechugas, cebollas y zanahorias, Ocoa es pura tranquilidad y, cada vez más, destino alternativo para muchos santiaguinos cansados de la vida en ciudad.

Es el caso de Juan Francisco Melo y Gloria Murcia, quienes dejaron sus trabajos bien pagados en la capital y se radicaron en Ocoa, donde construyeron una pequeña casa con materiales reciclados y ecológicos. Hoy intentan vivir de manera sustentable, promoviendo la llamada permacultura y el arte de la bioconstrucción a través de su proyecto Casa Ocoa. 'La idea es que la naturaleza te dé los materiales para hacer tu propia vivienda: así tienes un impacto cero', dice Juan Francisco, quien además produce una muy buena cerveza de trigo artesanal, llamada Preece. Claro que solo fabrica 200 litros al mes. 'Yo no sueño con crecer y vender cada vez más. Solo quiero encontrar un punto de equilibrio', declara.

Un concepto que comparte Álvaro Alegría, dueño y administrador de Domos Ocoa, uno de los pocos alojamientos del valle (el resto son casas en arriendo de AirBnb), y también presidente de la Cámara de Turismo, que está formada en su mayoría por jóvenes emprendedores que le han dando nuevas energías a este valle. 'Queremos mostrar que somos pequeños y amigables con la comunidad; más aún porque estamos en una zona que es hotspot de biodiversidad: un sitio que muestra cómo era el Chile central hace 500 años', dice Álvaro, quien las oficiará de guía el día en que visitamos Ocoa.

Entre campos verdes y florecidos gracias a las lluvias de este año, recorremos las callecitas del valle y conocemos sitios como el espectacular jardín de cactus y otras especies de flora que es Universo Arte, en el camino hacia el Palmar de Ocoa. Esta es la casa-museo-jardín botánico de Miguel Ángel Morales padre e hijo, quienes llevan años desarrollando proyectos de paisajismo sustentable en casas particulares y algunos hoteles, como el Cuarzo Lodge de Pichilemu. 'Este es como un jardín futurista, ya que prácticamente no necesita agua para mantenerse', explica Miguel Ángel hijo mientras camina por este sofisticado parque que parece un milagro en una zona afectada por la sequía. Como novedad, ahora abrirán para visitas guiadas, previa coordinación (ver recuadro).

Más tarde vamos al Quincho Las Rosas, donde don Dimas Cuevas y su esposa Margarita Zamora muestran las labores del campo a grupos de mínimo 10 personas que quieran conocer de qué se trata realmente Ocoa. Y cuando comienza a caer el sol, caminamos por El Bellotal, un sector contiguo al Parque La Campana, con acceso para crianceros de la zona y turistas acompañados de guías locales, que conserva uno de los últimos bosques de bellotos en el norte de la zona central, que se mezclan además con palmas chilenas.

El Bellotal también puede ser escenario de diversas experiencias: una astronómica, que conduce Cristián Zamora de Cosmo Sur, quien lleva su telescopio portátil adonde se lo pidan y enseña a observar el cielo nocturno de Ocoa, donde todavía hay muy poca contaminación lumínica; y otra gastronómica, en la que el joven chef Mario Órdenes, con su proyecto TeBo, elabora sofisticadas preparaciones con productos extraídos del bosque de Ocoa, tal como lo habrían hecho los pueblos originarios. Así, una caminata puede terminar con un sándwich gourmet, con pan hecho con harina de espino, mayonesa de peumo y flores de rábano, entre otros ingredientes. Mario cocina a pedido, incluso menús de varios tiempos, pero siempre con el particular sabor del bosque, que es su sello.

Por estos días, además, en El Bellotal se construye un pequeño planetario para 30 personas, que debiera estar listo a fines de año y cuyo diseño está a cargo del destacado astrónomo holandés Thijs de Graauw, exdirector de ALMA, que hoy vive en el Condominio Palmas de Ocoa.

Cartagena sustentable

A quienes viven en el valle de Cartagena y se dedican al turismo rural les gusta escuchar esta frase: Cartagena es mucho más que su popular playa. Un mundo aparte, sin duda.

Hoy, diversos emprendedores —reunidos en la agrupación Cartagena Rural (CartagenaRural.cl)— promueven destinos que apenas suenan en la cabeza de la gente, como La Rudilla, Lo Abarca y Lo Zárate, entre otros, pero que resultan un agradable descubrimiento.

Por ejemplo, en La Rudilla, 20 kilómetros al este de Cartagena, Claudia Álvarez elabora piezas de cerámica —con greda que extrae de su propio campo— y tejidos de lana, y puede mostrar todo el proceso a quienes la visiten, llamándola previamente.

La Rudilla está en la parte 'alta' de este valle. Bajando desde allí se llega al sector más conocido, Lo Abarca (directo desde Santiago por la Ruta 78 está a solo una hora en auto). Lo Abarca ya tiene un nombre porque allí está la famosa viña Casa Marín, pero hay otros proyectos pequeños que justifican venir al menos por el día.

Uno de los más particulares es la experiencia viajera que diseñó Cristián Villegas, joven violinista de Lo Abarca. Su proyecto se llama Cochera Lo Abarca y consiste más o menos en esto: él y su equipo, vestidos con ropa de época, pasean a sus visitantes por el pueblo en hermosos coches restaurados de los siglos XIX y XX, visitan el icónico oratorio del Carmen, luego recorren un museo de coches —parte de la colección privada de la familia de Villegas— y terminan con un almuerzo o cena en la casa colonial —con música clásica en vivo— que perteneció al histórico cura de la zona, Jaime Manríquez, padrino de Villegas. La experiencia puede ser completa o por partes: solo hay que estar dispuesto a vivir algo diferente.

A Lo Abarca también se viene para almorzar en El Sauce, histórico restaurante que existe desde 1923 y que basa su prestigio en su sabrosa receta de arrollado, que sugerimos maridar con un riesling de Casa Marín. Debido a la pandemia, el restaurante está funcionando con mesas afuera bien distanciadas, utiliza cubiertos desechables y por ahora cada comensal lleva sus platos a la mesa, para cumplir con todos los protocolos.

Tras el almuerzo se puede continuar hacia el sector de Lo Zárate, donde funciona otro emprendimiento interesante: la Cervecería 1 Minuto. Ubicada en un sector arbolado y campestre, con pilotes de madera y un fogón central, este es el proyecto de Claudio Ochoa, santiaguino criado en el norte que hoy disfruta la tranquilidad de la vida rural elaborando cinco tipos de cerveza con identidad local, como una Scottish Ale que lleva boldo y ají cacho de cabra, o una Pilsen que tiene arrope de chañar. Su bar está reabriendo con todos los protocolos y también funciona como punto de venta y museo cervecero.

Si ahora Lo Zárate no suena mucho, es probable que pronto lo haga: aquí se acaba de construir la primera Escuela Sustentable de Chile, un proyecto desarrollado por la Fundación Tagma —que ha hecho proyectos similares en Uruguay y Argentina— y que, si bien estuvo lista a principios de año, no pudo ser inaugurada ni utilizada debido a la pandemia.

Aquí los 58 alumnos de esta escuela rural —hecha con novedosas técnicas de bioarquitectura, paneles solares y otros mecanismos de ventilación y reutilización del agua— no solo aprenderán Lenguaje y Matemáticas, sino también sobre cultivo de verduras —tienen un vivero al lado de las salas— y animales —en una pequeña granja que está en el patio—, todo a cargo de entusiastas y comprometidos profesores, como Juan Rojas Silva y Álvaro Medina.

Un modelo que perfectamente podría replicarse en otras escuelas rurales de Chile y que también aspira a convertirse en un nuevo atractivo turístico de Lo Zárate y del valle de Cartagena: próximamente pretenden comenzar a hacer visitas guiadas.

Recuadro
Turismo rural

Varios emprendimientos en estos valles han sido apoyados por Sernatur Valparaíso e Indap, y están trabajando activamente en el desarrollo de nuevos productos y experiencias. Para visitas, conviene contactarlos antes:

- PUTAENDO

Hostal del Pintor: Cuatro habitaciones en una casona antigua. Cel. +569 7428 6502.

Arrieros de Putaendo: Desde cabalgatas por horas hasta expediciones. Contacto, Ricardo Sánchez: cel. +569 7652 0729.

Turismo Putaendo: Trekking, ciclotour y rutas culturales. Contacto, Vanessa Salinas: cel. +569 7805 4903; TurismoPutaendo.cl

Campo Los Nogales: Cocina chilena y cabañas (con reserva): cel. +569 / 9322 6189 @campo.losnogales

Productos: En sector Rinconada de Silva, quesos de cabra Señora Mila y visitas guiadas al proceso (cel. +569 9420 8813); vinos y licores artesanales en la Bodega El Clérigo (cel. +569 7476 1005).

- OCOA

Domos Ocoa: Tres domos de madera con gran vista a La Campana. Cel. +569 9189 8334; @domosocoa

Casa Ocoa: Talleres de bioconstrucción y venta de cerveza artesanal. CasaOcoa.cl

Quincho Las Rosas: Turismo y almuerzo campestre para grupos. Mail: agroturismoquincholasrosas@gmail.com

Cosmo Sur: Tour astronómico. Contacto, Cristián Zamora: cel. +569 6649 8835; @cosmo.sur

Universo Arte: Paisajismo y jardín botánico. Para visitas guiadas,cel. +569 9619 1090; @universoarteocoa

Patara Outdoors: Trekking a la reserva El Bellotal y otros cerros. Contacto, Hugo Campos: cel. +569 9791 4741; @pataraoutdoors

TeBo: Experiencia gourmet con ingredientes del bosque. Contacto, Mario Órdenes: cel. +569 4031 2814; Tebo.cl

- CARTAGENA

Cochera Lo Abarca: Paseos y experiencia de época. Contacto, Cristián Villegas: cel. +569 5611 6694; @cochera_loabarca

Cervecería 1 Minuto: En Lo Zárate. Cel. +569 9726 1581; @cerveza1minuto

Escuela Sustentable: En Lo Zárate. Contacto, Matías Rivero: cel. +569 6670 9074.

La Rudilla Artesanías: Gredas y tejidos. Contacto, Claudia Álvarez: cel. +569 9439 0750.

Productos: Licores Artesanales

Lo Abarca (Sara Gamboa, cel. +569 9425 0752); vinos hechos a mano y degustaciones en Viña El Temple, Lo Abarca (Álvaro Marchant, cel. +569 8385 4691).
Pie de pagina
Sebastián Montalva Wainer-