Han sido seis meses durísimos para quienes viven y trabajan en el eje Alameda-Providencia y, particularmente, para aquellos que lo hacen en las cercanías de Plaza Baquedano.

Primero fueron las protestas que afectaron el comercio y la tranquilidad de los residentes. Y a las bajas ventas y destrucción de infraestructura se sumaron desde marzo las restricciones sanitarias por el coronavirus.

Francisco Torre, empresario gastronómico y hotelero, hoy trata de sacar adelante el Hotel Principado de Asturias, saqueado por vándalos, y los restaurantes 'La Hacienda Gaucha' (incendiado por una turba) y 'La Terraza'.

'Nos ha cambiado la vida de forma radical porque en el fondo ahora tenemos que enfocar todas las energías en sobrevivir', dice el también exfutbolista de Unión Española.

Con dolor, reconoce que tuvieron que desvincular a la mitad de sus trabajadores.

Según el empresario, 'la incertidumbre es gigante porque no sabemos qué va a pasar una vez que termine o se vaya apaciguando el tema sanitario; si vuelven las protestas sociales, las marchas. Que se vuelvan a reactivar en la zona sería mortal para nosotros'.

En el mismo sector, en Vicuña Mackenna, Magdalena González atendía el local 'Mi librería' desde hace 45 años. Sin embargo, a raíz de las constantes protestas y vandalismo no pudo seguir abriendo.

'Esto ha sido espantoso, me tocan el tema y quedo mal', dice. Cuenta que poco antes de conversar con 'El Mercurio' le llegó una citación del juzgado porque una trabajadora la demandó porque no pudo pagarle todo lo que le adeudaba. 'No se podía trabajar, era imposible, destrozaron todo. Un día vendí $150 (unas fotocopias y dos sobres). Era tan escandaloso que cerré', asegura.

Carmen León, presidenta de la junta de vecinos del sector San Borja, recuerda que cuando comenzaron las movilizaciones, 'después de dos semanas nos empezamos a dar cuenta de que esto había llegado para quedarse y que teníamos que protegernos y ver qué haríamos. Ahí empezó a cambiar nuestra vida'.

Reinventarse

Santiago Santos administra cuatro restaurantes. Uno de ellos es Bar Santiago, ubicado en la esquina de Portugal con la Alameda. Actualmente, está enfocado en buscar nuevas formas de optimizar su funcionamiento. Cuenta que está pensando en habilitar el servicio de reparto a domicilio.

'Es súper duro para los garzones y para el personal de la noche que se dedicó a cuidar su fuente laboral que llegue el coronavirus. Es como para darte el golpe de gracia', afirma.

Asimismo, Álvaro Jadue, director general de Patio Bellavista y presidente de la asociación gremial del sector, coincide en que hay un antes y un después para los locatarios.

'La incertidumbre de cómo y cuándo se podrán abrir los locales es tremenda', dice.

De los 5 mil trabajadores que tenían, 2.800 fueron desvinculados por el estallido y ahora la pandemia.

En Providencia, en la galería Drugstore también están preocupados. Roberto Mardones, coordinador de márketing y comunicaciones, asegura que 'ha sido complejo por el estallido social (…). Y ahora también hay mucha incertidumbre'