Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-09-15
Tipo:   Suplemento
Página(s):   12-13-14-15
Sección:   Suplemento
Centimetraje:   28x85

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Mientras se reactiva el turismo, Paola Tillemann, está vendiendo aceite de oliva y otros productos.

Paola Acuña, dueña de una tienda en el Apumanque.

'No estoy buscando trabajo activamente', dice Alejandra Cepeda.

'Hay que adaptarse a todo, con entusiasmo y confianza', dice Mariana Salgado.

Orietta Restrelli, ingeniera en administración.

'Debemos impulsar fuertemente el cambio cultural en materia de corresponsabilidad', dice Fernando Arab, subsecretario del Trabajo.

'Si niños y niñas siguen sin ir al colegio, es muy probable que sean las mujeres las que renuncien a salir a trabajar', dice Andrea Repetto.

Paula Urenda, gerenta general de la CChC, asegura que su gremio está trabajando para 'impulsar la contratación femenina'.

'Hoy es más difícil para las mujeres buscar trabajo mientras no se abran los colegios', dice Janet Spröhnle.

'La reactivación real de un país se logra necesariamente con la reactivación de los trabajos de mujeres', dice Francisca Junemann.
El Mercurio - Revista Ya
Empleo femenino en crisis:
Sin trabajo para la mujer no habrá reactivación
El desempleo ha golpeado a las mujeres: suelen trabajar en áreas de servicios que requieren contacto con personas, y son las más afectadas por la pandemia. Además, con los niños en la casa por el cierre de los colegios, se les ha hecho difícil buscar nuevas oportunidades. Muchas han emprendido para salir del paso, pero, según los expertos, se necesitan más mujeres con empleos formales para que el país logre una reactivación económica más rápida.
Alejandra Zepeda, ingeniera comercial de 32 años, esperaba con ansias la llegada de marzo: luego de tres meses con contrato a plazo, le tocaba firmar el definitivo. Pero ese día nunca llegó. La empresa de software en que trabajaba le hizo firmar un nuevo contrato a plazo, esta vez por dos meses más. Pasado ese tiempo fue desvinculada.

—Fue muy duro haberme quedado sin trabajo. Las cuentas siguen y me fui sin nada. Ni siquiera tengo derecho a usar el seguro de cesantía, porque no había cumplido el mínimo de seis meses trabajando— dice sobre haberse sumado a las altas cifras de desempleo que afectan al país y especialmente a las mujeres. Según el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en un año la fuerza laboral del país disminuyó en 2,2 millones de personas, lo que implica una caída anual del 23%. En las mujeres la baja fue de un 27%; en los hombres llegó al 19%.

Alejandra tiene un hijo de 6 años, Gustavo. Si bien el padre del niño cumple con el pago de la pensión alimenticia pactada, no cuenta con él en el día a día. El ideal de la corresponsabilidad, en su caso, no aplica: está sola con su hijo. Además, el dinero que aporta el padre no cubre sus gastos básicos personales. Por eso se vio obligada a dejar su departamento en Santiago para irse a vivir con su mamá a San Javier, Región del Maule.

—No estoy buscando trabajo activamente, por lo menos hasta que Gustavo vuelva al colegio. Solo podría aceptar un trabajo con flexibilidad y home office, porque si no, ¿qué hago con él? Además, con un niño chico como Gustavo, que todavía no sabe leer, hay que estar encima, leerle todas las actividades del colegio. Es un tiempo que te tienes que dar. Y además hay que cocinar, ordenar, lavar…

Con la pandemia, que aún tiene los colegios, salas cunas y jardines infantiles cerrados, cada vez más mujeres están postergando el trabajo para hacerse cargo de los niños. Independientemente de su situación laboral, ellas se llevan la mayor carga en este sentido: según la encuesta de la UC, durante la pandemia las mujeres han dedicado, en promedio, nueve horas semanales más que los hombres a las tareas del hogar y cuidado de personas.

—Si niños y niñas siguen sin ir al colegio y no hay otras redes de apoyo, es muy probable que sean las mujeres las que renuncien a salir a trabajar— dice al respecto la economista Andrea Repetto, directora del Centro de Políticas Laborales de la Universidad Adolfo Ibáñez y miembro del Consejo Mujer Covid-19, convocado por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género.

Frente a esa realidad, buscar trabajo puede ser prácticamente imposible y

solo mantener el ritmo normal de productividad ya es un desafío. Le pasó a Orietta Restrelli (ingeniera en administración, 41 años) durante meses. Desde el año pasado trabaja en aplicaciones de reparto de encomiendas y vendiendo huevos, queso y otros alimentos. Pasa todo el día en la calle. Su marido es empleado en una empresa de seguridad, por lo que debe cumplir horarios. No les quedó otra que dejar a sus hijos, de 5, 10 y 12 años, solos durante el día. Ella tuvo que bajar el ritmo y, por lo mismo, generar menos ingresos para la familia.

—Salía temprano, volvía a darles almuerzo, a veces tenía que volverme a la casa para ayudarles a los más chicos con las tareas, que hacíamos con mi teléfono, porque no tenemos computador en la casa. Corría todo el día y dejaba de hacer algunos trabajos porque, aunque sacara menos plata, lo más importante son ellos —explica.

La situación cambió el lunes 24 de agosto, cuando sus hijos entraron en la guardería que abrió la Municipalidad de Providencia para padres que necesitan salir a trabajar y no tienen con quién dejar a sus hijos. Una iniciativa que sin duda entrega un alivio a padres y madres que no han podido trabajar normalmente por hacerse cargo de sus hijos, pero que tiene muy poco alcance: apenas hay 32 cupos.

El riesgo de la inactividad

La situación actual ha aumentado el número de mujeres inactivas en Chile, es decir, que no están trabajando, pero tampoco están buscando emplearse. Según datos del Centro UC de políticas públicas, de 930.000 mujeres que han perdido su empleo en el último año, solo 18 mil salieron a buscar trabajo. Otro estudio, realizado por ComunidadMujer, muestra que esta es la situación del 88% de las mujeres que perdieron su trabajo en el último año. El argumento más recurrente para no buscar empleo —especialmente entre quienes tienen hijos pequeños, de diez años o menos— es la necesidad de cumplir con 'responsabilidades de cuidado permanente'.

—La pandemia afecta mucho a las mujeres que están buscando trabajo. En una situación normal, si la mujer estaba desempleada, la casa se desocupaba y ella podía dedicarse a la búsqueda. Tenía espacio para eso. Hoy es más difícil y va a seguir siendo difícil mientras no se abran los colegios —observa Janet Spröhnle, socia y directora ejecutiva de la empresa de outplacement People &Partners.

Cuando vuelva a existir un cierto grado de normalidad, al menos la suficiente como para reabrir los colegios, se espera que gran parte de las mujeres que se 'guardaron' durante la pandemia salgan a buscar trabajo, lo que, sumado al alto porcentaje de personas con contratos suspendidos que podrían no revincularse, revelaría —según la encuesta de la UC— un desempleo real cercano al 31%.

Las empresas relacionadas con el turismo están entre las más afectadas y a Paola Tillemann le ha tocado vivirlo de cerca. A sus 48 años, cumplió 31 trabajando en agencias de viajes cuando, luego del cierre de fronteras, se encontró con cero ingresos. Su empresa le da la posibilidad de teletrabajar, pero no habiendo venta, no genera ingresos; por opción propia, Paola trabaja a honorarios. Por lo mismo, no pudo acogerse a la Ley de Protección del Empleo como algunas de sus compañeras. Su única opción ha sido recurrir a los préstamos que ha ofrecido el Estado para profesionales independientes.

—La probabilidad de que la empresa despida a los que están con suspensión de contrato es muy alta. No creo que antes de un año la gente vuelva a confiar en viajar —comenta.

Para las mujeres que emplean a otras, tampoco ha sido fácil. Bien lo sabe Paola Acuña, de 42 años y un hijo de 8. Junto a su mamá, administra tres tiendas de ropa en el mall Apumanque, bajo la marca Formmas Store. Hoy tiene a cinco vendedoras con suspensión de trabajo y solo un local abierto. Cuenta que tres de ellas, por estar jubiladas, no tienen acceso a los fondos de la Administradora de Fondos de Cesantía. Ella misma, como dueña de tienda, no accedió a ningún beneficio.

—Con las protestas de octubre, las ventas bajaron en un 95 por ciento. Tuvimos que cortar a las 4 vendedoras part time y dejamos de hacer pedidos a los dos talleres con los que trabajábamos. No nos daban los costos —cuenta.

Para cuando llegó la pandemia, se habían gastado los ahorros que podrían haber servido para mantener a sus vendedoras con sus sueldos durante el confinamiento. Luego de cinco meses con ventas equivalentes a cero, Paola se puso en todos los escenarios posibles e incluso buscó asesoría para saber qué hacer si quebraba. No sabe si podrá revincular a sus vendedoras.

—El crédito Fogape me salvó de no cerrar, pero siento que llegó muy tarde. Abrimos el 10 de agosto y las ventas han sido mínimas: un día vendimos apenas 4 mil pesos; en otro, 60 mil pesos. Si no se puede alargar el plazo de la Ley de Protección del Empleo, tendré que ver hasta cuándo puedo estirar el chicle. Para despedir tienes que pagar los finiquitos, y la caja no da ni para eso.

Las mujeres despedidas o que no hayan podido ser reintegradas en sus trabajos se van a encontrar con un mercado laboral difícil. Carla Fuenzalida, directora ejecutiva de la firma de outplacement Lukkap Chile, coordinó una encuesta realizada en junio a 20 empresas de colocación de ejecutivos, donde se constató que el 60% de estas compañías ha disminuido la búsqueda de personas cerca de un 75% o más; en ninguna de ellas se ha mantenido o aumentado. Además, la oferta de trabajo muchas veces es de menor calidad: casi un tercio de las búsquedas (24,2%) corresponde al reemplazo de cargos por personas con sueldos menores. La encuesta muestra también que la oferta de trabajos en áreas que tradicionalmente emplean mujeres es baja: apenas 8,6% en retail y comercio y 5,7% en educación. El grueso de la ya escuálida oferta se concentra en el área industrial y agrícola (37,1%) y de logística, tecnología o telecomunicaciones (25,7%).

Cocinar y vender

Mariana Salgado, de 56 años, ha trabajado toda su vida en un área que en estos momentos es especialmente sensible al desempleo femenino: los servicios de aseo. A diferencia de las asesoras del hogar —el sector más golpeado por la crisis, con un 70% de reducción de empleo según la encuesta UC—, Mariana trabaja para una oficina que la contrata de manera directa. Desde marzo que no va y la empresa le ha mantenido el sueldo. Pero la compañía, relacionada con un rubro en crisis global producto de la pandemia, anunció que cerrará sus oficinas en Chile en octubre. Ese mes, Mariana quedará cesante. Pero no pierde el optimismo:

—Hay que adaptarse a todo, con entusiasmo y confianza. Puedo trabajar en lo que sea. Mientras busco, puedo cocinar y vender. Soy muy buena para hacer empanadas y pan amasado. En la villa en la que vivo (comuna de Macul) hay harta gente sin pega, y todos están vendiendo cosas.

Muchas personas ven en ese tipo de actividades una salida para sortear la crisis: según una encuesta realizada por Trabajando.com a solicitud de 'El Mercurio', tras la pérdida masiva de trabajos, el 74% de las personas en esa situación ha evaluado algún tipo de emprendimiento. En sus procesos de colocación de ejecutivos, Carla Fuenzalida ha observado la misma tendencia:

—De la gente que está buscando empleo y emprendiendo a la vez, diría que cerca del 60% son mujeres. Son actividades pensadas para salir del paso, más que para crear empresa. El mercado del trabajo las premiará, porque mantenerse activo es importante.

Es lo que ha hecho Paola Tillemann: mientras espera que se reactive el turismo, está vendiendo aceite de oliva, miel de abeja, jamón serrano, macarrones belgas, dulce de leche argentino y otros productos. Creó una cuenta en Instagram y comercializa todo bajo la marca Delisius Sweet & Salty. A futuro, le encantaría que este negocio creciera en paralelo con un nuevo trabajo en su área. Alejandra Zepeda también ha logrado reunir bastantes fondos vendiendo gorros de polar con formas de animales para niños. Los llama 'Gositos' y hace envíos a todo Chile.

El auge de este tipo de emprendimientos femeninos habla de una mujer chilena que hace lo posible por sacar adelante a sus familias y que no deja los brazos caer.

—Sin duda, una de las grandes riquezas de nuestro país es la fuerza de sus mujeres. Pero no basta con esa fuerza —advierte Francisca Junemann, directora de Fundación Chile Mujeres y miembro del consejo Mujer y Covid-19—. Estas mujeres necesitan la ayuda de políticas públicas, necesitan trabajos formales, necesitan tener continuidad laboral. Necesitan un país con condiciones públicas y privadas que les permitan desarrollar sus capacidades y talentos, con formalidad laboral, con cotizaciones que den acceso a salud, a una jubilación digna el día de mañana.

En esa línea, el consejo Mujer Covid-19 ha trabajado en políticas públicas que pongan el acento en la situación de la mujer. Al respecto, la subsecretaria de la Mujer, Carolina Cuevas, ha dicho que 'si el debate es siempre neutro, los resultados van a ser desiguales'

—Estoy completamente de acuerdo —comenta Andrea Repetto—. Las medidas que no toman en cuenta las barreras que enfrentan de manera particular las mujeres pueden ser efectivas en generar empleo masculino, pero no lograrán reinsertar exitosamente a las mujeres, perdiendo parte relevante de lo avanzado en las décadas pasadas (…) El Gobierno ha apostado a una reactivación basada en obras públicas y en construcción. Sabemos que eso es muy efectivo para generar empleo… pero solo entre los hombres.

Según Fernando Arab, subsecretario del Trabajo, el gobierno está consciente de la necesidad de apoyar el trabajo de la mujer.

—Debemos seguir generando el cambio cultural que nos permita incorporar más mujeres en las llamadas 'industrias masculinizadas'. Hoy no existe ninguna razón para que las mujeres no puedan acceder a esas industrias. Es más, tenemos muy buenos ejemplos de aquellas que sí lo hacen con excelente desempeño, abriendo puertas a otras mujeres —dice—. También debemos impulsar fuertemente el cambio cultural que nuestro país tanto necesita en materia de corresponsabilidad: hoy, el 97% de quienes no trabajan de manera remunerada por razones familiares permanentes son mujeres. Entendemos la mayor vulnerabilidad que tienen estas en el mercado del trabajo, dada, en parte, por esta ausencia de corresponsabilidad.

Desde la Cámara Chilena de la Construcción, su gerenta general, Paula Urenda, cuenta que la institución firmó un convenio de colaboración con el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, 'donde el gremio se compromete a promover una mayor participación laboral femenina en la industria de la construcción'. La idea es buscar mujeres 'que se interesen por capacitarse en el rubro y apoyarlas para que sean contratadas', además de 'trabajar con las empresas para preparar el camino de la reactivación impulsando contratación femenina'.

El costo de no avanzar en el fomento al empleo de la mujer, para ellas y también para el país, es alto. Junemann explica:

—La reactivación real de un país se logra necesariamente con la reactivación de los trabajos de mujeres: si sigues aumentando la brecha de participación laboral, vas a impactar negativamente en el PIB. Por otro lado, según un estudio de 2018 de la Comisión Nacional de Productividad, lograr una distribución equitativa del trabajo entre hombres y mujeres lograría eliminar un 15 por ciento de la pobreza y un 20 por ciento de la pobreza extrema. Por eso la necesidad de aumentar el empleo femenino no es un tema ideológico, en el sentido de que todo tenga que tener perspectiva de género. Ese no es el punto. Se trata meramente de números y cifras.
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Por Sofía Beuchat. Retrato: Sergio Alfonso López. -