El rubro turístico es otro de los grandes pilares económicos de la región y el país que enfrentan serios problemas derivados de la presencia del coronavirus y que, lamentablemente, estará vigente en el tiempo ya que el ministro de Salud afirma que en junio podría haber un rebrote de la enfermedad.

Esto influye, de manera directa, en todas las actividades relativas a la industria turística como los hoteles, varios de los cuales, incluyendo a la región ha comenzado a cerrar sus puertas.

Las daños económicos, al igual que en otros sectores productivos, son millonarios, generando, como es sabido, el cese de funciones de miles de locales, en todo el país y el consecuente aumento de la cesantía por la pérdida de miles de empleos.

Pasará bastante tiempo, sin querer ser pesimista, en lograr la recuperación productiva y hay preocupación por el futuro social y económico porque el fantasma de la recesión está sobre el mundo.

Un panorama desolador que continuará extendiéndose, como lo han manifestado las autoridad gubernamentales porque, pese a los esfuerzos realizados y a los llamados a mantenerse en las casas, la curva del Covid-19 sigue subiendo.

La región no escapa a este fenómeno maligno y desde que se detectaran los dos primeros casos de contagio, confirmados el 18 de marzo, el número ha ido en aumento, aunque no de manera tan significativa como sucede en la Región Metropolitana y La Araucanía.

La zona norte es la que registra el menor número de enfermos y el cordón sanitario establecido en Pichidangui ha sido una acertada medida que ha influido en la estadística, pero falta que haya una mayor conciencia de la gravedad de la emergencia y se acojan las indicaciones para prevenir la expansión del virus.

Para ello hay que respetar la permanencia en el hogar e intensificar las labores de higiene, en especial en el lavado de manos. Así se logrará bajar la curva de este flagelo que golpea al país y al mundo. En eso hay que ser insistentes.