SEÑOR DIRECTOR Frente a los devastadores efectos del Covid-19 en la salud de la población y en la economía de los países, el sector de los viajes se ha visto especialmente afectado, comprometiéndose la viabilidad de prácticamente todos sus actores, dentro de los cuales se incluyen líneas aéreas, agencias de viajes, hoteles, tour operadores, cruceros, transporte terrestre de pasajeros y destinos turísticos en general.

Y en este escenario tan adverso para la humanidad, se hace indispensable, como elemento esencial de la cadena, disponer de una adecuada oferta aérea, compuesta por empresas que tienen un carácter estratégico, que permitan tener conectividad global, fundamental para el comercio y la viabilidad de nuestra vida contemporánea. La situación es extremadamente difícil para las líneas aéreas (motor de la actividad económica y social), cuyo principal activo son sus aviones -que hoy están en la pista- sin generar ingresos para hacer frente a los compromisos propios de su operación.

Por lo mismo, en la medida que no se asegure su sobrevivencia, se corre el riesgo que el eventual cese de operaciones de sus actores más relevantes, genere un efecto dominó de incalculables consecuencias. Así lo han entendido los gobiernos, que proactivamente han aprobado planes de salvataje. Posiblemente, algunas líneas aéreas en dificultades no morirán, sino que al final del proceso solo habrá un cambio de sus accionistas, pero nuestras autoridades también tienen la obligación de mantener a la industria viva, de modo que éstas estén en condiciones adecuadas para ser un poderoso elemento en la reactivación de nuestro país una vez superada la pandemia.