Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-04-16
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   B8
Sección:   The Wall Street Journal
Centimetraje:   22x23

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"Siempre tuvimos comida en casa, nunca vi esta parte de la vida", dice Rosa Mendoza sobre su trabajo en OurCalling.
El Mercurio
Testimonio
Mesera despedida por la crisis logra reubicarse: una despensa de alimentos
Rosa Mendoza pasó de servir margaritas a repartir alimentos para los necesitados. 'Me consideran una empleada imprescindible ahora', cuenta.
Como mesera, Rosa Mendoza estaba acostumbrada a trabajar largos turnos y servir margaritas en copas con su borde con sal y salsa de mole curada en José, un exclusivo restaurante mexicano en Dallas. Luego vino la pandemia del nuevo coronavirus, y el restaurante cerró. En vez de quedarse en casa, Mendoza ha puesto su atención en aquellos sin casa. En estos días, se sube a su auto y se dirige en la mañana temprano a OurCalling, una despensa de alimentos local. Al llegar, ella y otros empleados son chequeados en la puerta para ver si tienen fiebre con un termómetro en la frente. Una vez que son aprobados, se ponen guantes y mascarillas y comienzan a trabajar en la preparación de comidas.

En José, Mendoza, de 26 años, ganaba como mínimo mil dólares semanales, principalmente con las propinas. Ahora gana alrededor de un tercio de eso; pero lleva a casa una dosis extra de satisfacción por la ayuda que proporciona. En su empleo como mesera tenía turnos de 10 horas en los días de semana, y más largos en los fines de semana. Le encantaba bromear con los clientes, entre ellos algunos habituales que a menudo le daban propinas del 30%. A medida que los casos de coronavirus se extendían por el globo en los últimos meses, ella recuerda que veía videos en YouTube sobre lo que estaba sucediendo. 'Trataba de estar informada', manifestó, 'pero como no estaba sucediendo aquí, no estaba afectando mi vida diaria'. El 16 de marzo eso cambió.

La administración de José le informó a ella y a cerca de 50 compañeros sobre la decisión de cerrar temporalmente. Dallas emitiría una orden de refugiarse en casa poco después. Casi de la noche a la mañana, el mundo de Mendoza se transformó. El trabajo, el gimnasio y las visitas regulares a sus padres quedaron descartados. Se deprimió, contó. Había pasado la última década en el negocio de restaurantes, empezando como anfitriona a los 16 años, y ahora todo el trabajo a su alrededor se había acabado sin que se viera claramente cuándo podría terminar todo esto. OurCalling, un centro de extensión comunitaria que en tiempos normales proporciona una serie de servicios a aquellos sin casa, también estaba en apuros.

Las filas de voluntarios se redujeron, y las donaciones de alimentos de las grandes tiendas desaparecieron cuando los consumidores en pánico desocuparon las estanterías. Mendoza y otros camareros fueron contactados por uno de los gerentes del restaurante José, quien quería contarles sobre una nueva iniciativa sin fines de lucro, Get Shift Done. Esta institución colocaba a cientos de trabajadores cesantes del rubro de la hospitalidad en bancos y despensas de alimentos; y conectó a Mendoza con OurCalling. Para cuando ella llegó, Our- Calling se las arreglaba con donaciones de restaurantes que ahora estaban cerrados.

El fundador de la organización, Wayne Walker, dijo que cada día se ha convertido en un episodio que recuerda el reality show de TV 'Chopped', en el que los chefs se esfuerzan por trabajar con ingredientes inesperados inverosímiles. Mendoza está trabajando cinco días a la semana en la despensa y espera ganar cerca de US$ 325 a la semana, ayudando a preparar la comida diaria. Dijo que su salario —el que paga Get Shift Done— es suficiente para cubrir el arriendo, y que sus ahorros podrían cubrir otros gastos por otros seis meses.

Gratificación

En cierta forma, manifestó, la crisis de coronavirus la hacía sentir afortunada. A la hora que llega, a las 7:45 de la mañana, a OurCalling, ya hay una cantidad de personas haciendo fila en espera del almuerzo, indicó. Para muchas de las cuatrocientas y tantas personas que acuden al lugar, es la única comida que tendrán en todo el día.

'Nosotros siempre teníamos alimentos en casa; en realidad jamás vi esta parte de la vida', expresó Mendoza, cuyo padre trabaja en la construcción y la madre es una administradora de cocina en la cercana Fort Worth. 'Quizás no estaba consciente; vivía una vida agitada, trabajaba largos turnos'. Rara vez veía las noticias antes, contó, pero ahora las revisa cinco veces al día. Mendoza y sus compañeros de OurCalling hornean queque mármol y preparan ensaladas de lechuga, sirven guiso de coliflor mientras piensan en qué hacer con patas de pollo congeladas.

Más o menos una media docena de ellos están en la misma situación que ella, fueron despedidos de restaurantes y ahora Get Shift Done les paga US$ 10 la hora por su trabajo. 'En cierto modo es agradable. Uno llega a conocer a otras personas que están pasando por lo mismo', señaló. Mendoza, quien tiene una licenciatura en empresa, dijo que algún día quizás le gustaría abrir su propio restaurante. Pero incluso una vez que la economía se recupere, planea seguir trabajando como voluntaria en su comunidad. Contó que el coronavirus la había hecho darse cuenta de lo bien que se puede sentir ayudando a otros. 'Nunca había descubierto este lado mío antes', comentó.

Recuadro
AYUDA En vez de quedarse en casa, Mendoza ha puesto su atención en aquellos sin casa.
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